VICIOS INFANTILES
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Francisca tiene tres años y es adicta al chupete. Su mamá evade el problema pues dice que no hay nada más acertado que el nombre que el "tete" recibe en inglés: "pacifier", es decir, pacificador ideal para cualquier pataleta o llanto. |
Qué chupete comprar, en qué momento darlo y hasta cuándo, son decisiones aparentemente sin importancia, pero que tienen demasiados efectos en la vida doméstica como para no considerarlas. De hecho, su uso frecuente o prolongado en niños propensos a deformaciones de la mandíbula, es dañino. Pero, en algunos casos, se le considera un mal menor al lado del otro "Chupete": el dedo. El uso del chupete es totalmente natural a cierta edad y dentro de ciertos límites. El ortodoncista Jorge Ayala, lo justifica basándose en la importancia del instinto de succión: «En las fotos intrauterinas es posible ver cómo el feto se chupa el dedo, lo que demuestra que la succión es un instinto natural que se desarrolla en los primeros meses de vida. Tan necesario que, desde el momento del nacimiento, es el único medio de alimentación y por lo tanto, de supervivencia del ser humano».
Sin embargo, el pediatra norteamericano Mark Widome, señala que un número pequeño de niños nunca requerirá de chupete (ni dedo) dado su carácter y no porque sus padres se hayan propuesto evitarlo. Estos son, sencillamente, unos «afortunados», Pero para la mayoría de los bebés el uso del chupete durante el primer año estará dentro de los parámetros normales de conducta. Se recomienda, eso sí, que el chupete escogido por los papás sea anatómico y con un tamaño de acuerdo a la edad del niño. Sin embargo, sobre los dos años, cuando ya han salido prácticamente todos los dientes, el instinto de succión deja de manifestarse en forma tan radical, tanto para alimentarse como para relacionarse con el mundo exterior. Llegó la hora de decir adiós al chupete.
Claro que no sólo la edad establece el límite de
lo permitido en materia de «tete». La odontopediatra María Teresa Silva
indica otras variables a considerar: Cuando todos los factores se conjugan, lo más probable es que el chupete produzca daño y colabore en desarrollar algunas anomalías importantes. Otros malos hábitos que consiguen el mismo efecto son el de chuparse el dedo y el uso indiscriminado de mamadera; estos son capaces de alterar el desarrollo de la cavidad bucal, ejerciendo sobre ella una acción deformadora. Concretamente, la succión hace que la lengua se ubique en una posición baja siendo que lo normal es que esté arriba, posada en el paladar. María Teresa Silva explica que entonces "se produce un desequilibrio muscular que de forma los huesos y los dientes”. Las alteraciones más comunes son:
La llamada protrución de los incisivos superiores y retrución de los inferiores. "Son los típicos dientes superiores hacia adelante y los inferiores hacia adentro, lo que crea un problema en la mordida”. - La mordida abierta. En ella los dientes superiores no alcanzan a contactarse con los inferiores, quedando un espacio entre ambos. Este a su vez produce un segundo mal hábito que se denomina interposición lingual: "y es que al haber un hueco entre los dientes superiores y los inferiores, en cada tragada de saliva se mete la lengua entre medio de los dientes, agravando y perpetuando el problema de la mordida abierta".
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Menos frecuente, pero también posible, es la deformación del hueso maxilar,
que se estrecha y comprime.
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Sin embargo, hay quienes opinan que el chupete también tiene un "beneficio",
que es el de evitar un mal peor como es chuparse el dedo. "Y en esto hay que
hacer hincapié, porque muchos padres atemorizados por los posibles defectos
que puede producir el chupete, intentan eliminar su uso en forma completa
durante los primeros meses del recién nacido". Esto, según agrega el doctor,
es una ayuda bien intencionada, pero equivocada, porque al no tener chupete,
el bebé puede sustituirlo por el dedo “y este hábito es el peor método de
succión. Es el más grave y más deformante". Las razones de esto son: Lo que es innegable es que las deformaciones producidas por el dedo son de más difícil solución que las producidas por el chupete. De hecho generalmente las mordidas abiertas o protruciones producidas por el chupete se resuelven en forma espontánea., sin llegar a ningún tratamiento. Además, muchas veces esas anomalías afectan a los dientes de leche, pero no permanecen con los definitivos, por lo que no habría mayor problema. Sin embargo, "también es posible que las anomalías se mantengan y que cuando evolucionen los dientes definitivos, éstos lo hagan con la misma deformidad. Si esto sucede, debe intervenir un ortodoncista, explica Ayala. Hay distintas alternativas terapéuticas como aparatos removibles o fijos que solucionan el problema a corto plazo. La visita de los niños desde pequeños al odontopediatra, dentista especialmente dedicado a ellos, permite manejar el problema en forma adecuada antes de que se produzcan los daños ya mencionados, "De hecho en Chile esto ha sido muy inculcado y las consultas por los daños del chupete son cada vez menos frecuentes".
Pero con la succión del dedo no sucede lo mismo.
El hábito prevalece muchas veces, además, por razones psicológicas: la
llegada de un hermano, problemas de relación intrafamillar o carencia
afectiva, explica el ortodoncista Ayala. Entonces este problema tiene que
ser muy bien manejado por los padres. Los ortodoncístas, por su parte,
colocan un aparato en la boca que hace que la succión del dedo no sea tan
placentera, de manera que el niño en forma espontánea deje de chuparlo.
Después de que esto se logra, es posible empezar un tratamiento de
ortodoncia pero, “no se puede hacer ningún tratamiento mientras el niño se
siga chupando el dedo, porque dos fuerzas contrarias pueden ser muy
dañinas".
Cuando ya se ha superado los límites de lo
permitido en materia de chupete ?el niño tiene más de 2 años y lo usa toda
la noche o cada vez que llora en el día? es necesario terminar con esta
"adicción".
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Ir
a un “control sano” al dentista y dejarlo allá.
Además del chupete y del dedo existen otros
malos hábitos bucales que también tienen importantes consecuencias.
Se llama así al uso continuo del biberón. Son
esos niños que circulan todo el día con el biberón a cuestas y que ante el
primer llanto la mamá se la enchufa. Esto es muy dañino porque por lo
general contiene líquidos azucarados que producen efectos muy nocivos y un
tremendo daño en los dientes que recién han salido como descalcificaciones y
caries. |